Si siempre está triste, enfadado
o angustiado, conviene buscar ayuda terapéutica que le ayude a resolver sus
conflictos
Antes de acudir con su hijo al
psicólogo, los padres han hecho un largo recorrido. Se han inquietado, han
discutido sobre lo que ocurre y están dispuestos a ponerle remedio. Aunque
cuesta más aceptar los desarreglos psicológicos que los físicos, por fortuna se
acepta con más naturalidad que hace unos años la necesidad de recurrir a este
tipo de tratamiento. Pero, ¿cuándo habría que llevar al niño y a quién
consultar?
Hay que llevarle cuando sufre, si
bien el sufrimiento no siempre es evidente. Los padecimientos psíquicos se
suelen expresar a través de síntomas que señalan la existencia de conflictos
internos como, por ejemplo, que el niño no hable aunque ya haya cumplido los
dos años, que no juegue solo o que no se integre con los demás niños a partir
de los cuatro años o que siga mojando la cama a los cinco. Los niños mayores de
esta edad también pueden presentar síntomas como estar obeso, o triste, o no
saber respetar las reglas de los juegos ni los turnos, no avanzar en su
desarrollo escolar o mostrar conductas como un lenguaje insolente u obsceno,
robar, tener tics...
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